No creáis que son afectadas mis palabras, y que con ellas me propongo solamente lucir las galas del ingenio, como es costumbre de los oradores de estos tiempos, los cuales ya sabéis que desembuchan una oración elaborada durante treinta años, y a veces ajena, asegurando que, como por juego, la han compuesto o dictado en tres días.