Daniel Defoe

La tormenta arreció aquella noche, y a la mañana siguiente encontré que el barco había desaparecido. Me

Cierto que mi tiempo y mi trabajo nada valían allí, y tanto me daba emplearlos de un modo que de otro

El mundo se me aparecía como algo remoto, que en nada me concernía y del que nada debía esperar o desear. En una palabra, me hallaba del todo aislado de él y como si ello hubiera de durar siempre; me habitué a considerarlo en la forma en que acaso lo hacemos cuando ya no estamos en él; un lugar en el cual se ha vivido pero al que ya no se pertenece