Las Primas

Tuve la sensación de que se avecinaban grandes cambios y que la última en enterarse sería yo, pero no me importaba con tal que me dejaran tranquila para trabajar y vivir mis personales experiencias.
Saludé

Los lectores admirarán mis adelantos en escritura aunque todavía no acierto puntuaciones pero

trataría de hablar lo menos y pintar lo más

es que me gusta la ciudad húmeda y amenazante donde no nos une el amor sino el espanto en

porque yo necesitaba mis tiempos para estudiar y pintar que para otra cosa no servía ni para desatar un nudo o destapar una botella

por ello guarecíase en el arte de pintar cuadros

de los escuchas aclarando que era virgen y casada, ni señorita ni señora ni nada y

Yuna es una promesa decía el profesor y esto me gustaba tanto que cada vez que lo decía me quedaba después de hora para saltarle. Él nunca me retó. Pero cuando me crecieron las tetitas me dijo que no lo saltara porque el hombre es fuego y la mujer paja. No entendí. No salté ya

El fin de todo es el postre y una vez pensé viendo a un señor difunto en el ataúd rodeado de esa gran servilleta bordada o algo así, que parecía un postre que se le ofrecía a alguien y me enteré de que cadáver significa carne dada a los vermes y me dije que el gran postre o señor de la gran servilleta alrededor era eso, pero comprendo que soy mal pensada y que no hay que burlarse de las costumbres piadosas y me arrepiento pero es así lo que parecen los finados una ofrenda y cuando me muera ya pedí que me cremen porque a los gusanos les tengo repugnancia aunque ellos no pidieron nacer gusanos y les tocó, pero igual me dan náuseas y el postre de Betina me trajo a la memoria la paquetería póstuma de aquel buen señor y empezaron a trozar el postre

me alegré de que aquello que aunque me avergonzara sería herida amorosa, desde el momento de látex fuera solo un asco ridículo del que me salvé gracias a mi minusvalía heredada que solía ser algo útil llegado el caso