El tercer amor

Lo mismo con el aniversario de boda. Una pareja de recién casados lo celebran encantados, pero ¿qué pasa tres, cinco, diez años después? ¿No se le añade a la fecha una cierta ironía, la memoria de cosas que no se pueden recuperar por mucho que la fecha sea alegre? Cuando pasan veinte o treinta años, las capas de recuerdo se han superpuesto indistintamente y hacen imposible diferenciar la alegría de la tristeza, la felicidad del enfado. ¿Qué queda entonces de la persona que una fue?

Lo único cierto es que entre él y yo había cosas que esas palabras no podían expresar por sí mismas. ¿Qué clase de palabras necesitaba entonces?

«La fecha del aniversario de la muerte de un familiar», repetí en mi cabeza. La fecha de la muerte de alguien solo es un día concreto, pero cuando le añadimos la palabra «aniversario» le otorgamos un sentido de celebración o de ritual que termina por transformarse en tristeza por la pérdida.

Cuando los recuerdos no te afectan puedes traer el pasado de vuelta tanto como quieras.

—La fugacidad de las cosas debe tener su lado bueno —dijo con una débil sonrisa en los labios.

—Shinnyo nos enseñó que el principio de la impermanencia nos ayuda a escapar del ciclo de dolor que es el mundo.

El presentimiento era una gota detrás de otra a punto de desbordarse de un recipiente.

El canto ensordecedor de las cigarras se había extinguido en algún momento para dar paso a la dulce melodía de los insectos del otoño.

En ese sentido, las mujeres y los hombres de Heian disfrutaban del amor de una forma mucho más desprendida.

Me gustaría tener a mi lado a un hombre atractivo.

Me gustaría tener a mi lado a una mujer atractiva.

Quizá sobre esa base las relaciones no duraban mucho tiempo, pero mientras lo hacían, el disfrute era considerable.

Esa forma de entender las relaciones en el contexto de una sociedad flexible como la de Heian resultaba en una alegre y colorida cultura del amor. De un amor libre y directo como el de las criaturas salvajes en su hábitat natural.

La monogamia que gobierna nuestro mundo implica que una elección equivocada se traduce en la infelicidad. Quien se aparta de una relación así para buscar otros brazos que le den consuelo comete un acto ominoso llamado infidelidad. Dar la espalda a quien se ha elegido, por mucha insatisfacción que nos cause, se considera una desviación del camino correcto, el origen de un drama sentimental y, si hay hijos por el medio, un verdadero foco de problemas para su futuro.

Se es más feliz cuando se espera algo que está por llegar.