—Eso definitivamente no fue un accidente, hermanita —habla desde la puerta.
Suspiro, moviéndome a un lado, viendo los ojos de Violet agrandarse cuando lo ve de pie en la puerta. —Te dije que conocía a los mejores maestros del veneno —murmuro en voz baja—. No fuiste sanada. Fuiste reparada.
—¿Brennan? —Ella mira a su hermano con la boca abierta en estado de shock.