Flush

Frente a aquella oscura presencia, Flush se estremecía con un terror semejante al de un salvaje que cree reconocer en el trueno la voz de Dios.

la más prestigiosa e impersonal de las calles londinenses.

¿Ven este perro?

Flush era, sin duda alguna, un cocker spaniel de pura raza, de la variedad rojiza, dotado de todas las virtudes de su especie.

“Entre los canes, los galgos vienen a ser los lores; los spaniels ocupan el lugar de los caballeros, y los sabuesos, el de los terratenientes”

¿Ven este perro?

Ayer yo estaba aquí,

sin prestarle atención,

sumida en tan tristes pensamientos que me hacían llorar.

Entonces apareció a mi lado,

sobre la almohada en la que reposaba mi húmeda mejilla,

una cabeza tan peluda como la de un fauno.

Dos ojos de oro claro asombraron los míos

y una oreja muy larga vino a secar mi llanto…

Daba la impresión de que se complementaban y de que cada uno tenía lo que en el otro había quedado en estado latente.

¿Ven este perro?

Ayer yo estaba aquí,

sin prestarle atención,

sumida en tan tristes pensamientos que me hacían llorar.

Entonces apareció a mi lado,

sobre la almohada en la que reposaba mi húmeda mejilla,

una cabeza tan peluda como la de un fauno.

Dos ojos de oro claro asombraron los míos

y una oreja muy larga vino a secar mi llanto…

No era nada, no era nadie. ¿Pero acaso no era esa la mejor forma de habitar el mundo?

Comparado con el de los perros, el olfato humano es casi inexistente. Los más grandes poetas del mundo solo han podido oler rosas o estiércol. Las infinitas gradaciones intermedias han quedado sin registrar.