llegado a las escrituras antónimas, tal vez porque, antes de llegar ahí, es necesario desmantelar el género y el número, es decir, nuestros binarismos de lenguaje (que son también los del cuerpo y el pensamiento). Es importante mencionar aquí que el feminismo, en busca de la equidad, ha luchado por visibilizar los nombres de las mujeres, por darles el lugar que no han tenido, y, aunque me he sumado con convicción a esa lucha, y sigo firmando mis textos y piezas con mi propio nombre, también creo firmemente que el fin último de este proceso tendrían que ser las escrituras antónimas. Son las únicas que podrán destruir, simultáneamente, la hegemonía masculina y su sistema de prestigio.