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San Agustin De Hipona

Confesiones

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Las «Confesiones», escritas entre el 396 y el 400, son la obra más conocida e influyente de Agustín de Hipona. Pero más allá de los pasajes que la han hecho memorable, como el análisis del tiempo, su recorrido por la memoria o la narración de las peripecias y extravíos intelectuales en pos de la Verdad que culminan en la memorable revelación del jardín de Milán, esta obra ofrece un autoanálisis único en la Antigüedad y una peculiar reflexión sobre la naturaleza del ser humano y de su relación con Dios y con el resto de la creación. Aunque parece destinada a un público concreto (los maniqueos a los que Agustín se unió en su juventud y a los que ahora intenta atraer a la fe cristiana e iniciar en una lectura alegórica de la Biblia) la forma en que se articula el diálogo interior y el lirismo sálmico de su palabra hacen que cualquier lector pueda acceder al corazón de Agustín y, llevado de la mano de éste, también al suyo propio.
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Impressions

  • José Ricardo Ticante Ramírezshared an impression6 days ago
    👍Worth reading

Quotes

  • José Ricardo Ticante Ramírezhas quoted19 days ago
    las preocupaciones, sino incluso porque aquél había conseguido el vino de buenas maneras y yo buscaba arrogancia con mentiras. Dije entonces muchas cosas sobre esta idea a mis compañeros, y a menudo advertía en éstos cómo me sentía. Y descubría que me sentía mal. Y sufría. Y redoblaba ese mal. Y si algún éxito me había sonreído me disgustaba apropiarme de él porque casi antes de ser atrapado se echaba a volar
  • José Ricardo Ticante Ramírezhas quoted19 days ago
    le hubiese respondido: «saltar de gozo». Si me hubiese interrogado de nuevo sobre si prefería ser como aquél o como era yo entonces, me hubiese elegido a mí, aun agobiado de preocupaciones y temores: pero por perversión. ¿Y no sería por verdad…? El caso es que no debía preferirme a él en tanto en cuanto tuviese yo mejor educación, porque yo no obtenía gozo con eso, sino que con eso buscaba complacer a la gente, no con el propósito de enseñarles, sino tan sólo el de complacerles
  • José Ricardo Ticante Ramírezhas quoted19 days ago
    Así que qué desdichado era yo! ¡Y cómo lograste que sintiese mi desdicha aquel día en que, cuando me preparaba para recitar al emperador sus loas[63] —en las que decía muchas mentiras y al mentir recibía el aplauso de quienes sabían que mentía— y estaba mi corazón ávido de tales preocupaciones y bullía en las fiebres de pensamientos infecciosos, al pasar por un barrio de Milán contemplé a un pobre mendigo ya, como creo, bien «cargado», chanceándose y alegre! Y me eché a llorar, y hablé con los amigos que me acompañaban de los muchos dolores de nuestras locuras, porque en todos aquellos afanes míos como aquellos por los que me desvivía entonces —arrastrando la carga de la infelicidad bajo los azotes de las ambiciones y aumentándola al arrastrarla— no quería llegar a otra cosa que a una alegría sin riesgos, lugar al que aquel mendigo ya me había anticipado que quizá nunca llegaría.

    En verdad que lo que aquél ya había conseguido con unas monedillas, pocas y mendigadas, era lo que yo ambicionaba con tan fatigosos desvíos y rodeos, es decir, la alegría de la felicidad temporal. Cierto es que aquél no tenía un gozo[64] auténtico, pero también que yo con aquellas ambiciones buscaba algo mucho más falso. Aquél estaba alegre, no hay duda, yo inquieto; aquél despreocupado, yo tembloroso. Y si alguno me hubiese sometido a interrogatorio sobre si prefería saltar de gozo o senti

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