Andrea Izquierdo

  • Nayeli Cortéshas quoted2 years ago
    —Ahora mismo somos los piojos de Lady Liberty. ¿Sabías que hay unas tres mil especies de piojos diferentes? —le dijo James al oído.

    De pronto, el suelo se movió y Helen dejó de sentir las piernas durante unos instantes. Se oyeron gritos. En cuestión de segundos, todo volvió a la normalidad.

    —Vaya, parece que Lady Liberty os ha escuchado —dijo el Jefe de Aire, mirando directamente a James.

    Helen tuvo que apretar con fuerza los labios para no reírse, aunque estaba tan asustada que le habría salido más bien una risa nerviosa.
  • Nayeli Cortéshas quoted2 years ago
    —De eso nada. Cada uno tenemos nuestras experiencias, y que alguien lo pase peor que tú no significa que las tuyas no cuenten.

    James le dio un beso en la frente y la abrazó con más fuerza.
  • Nayeli Cortéshas quoted2 years ago
    Helen pensó que Noire no podría mantener el ritmo, pero su Aura corrió junto a ellas durante todos los kilómetros que separaban el centro más turístico de Nueva York y el bosque. Hasta parecía disfrutarlo. Corría a su lado, tan veloz que apenas era capaz de distinguir el movimiento de sus patas.
  • Nayeli Cortéshas quoted2 years ago
    Como si una persona de verdad la estuviera agarrando. Se despertó bruscamente de su sueño, en estado de shock y tiritando, y vio cómo se elevaba, sobrevolando la bahía hasta llegar a la Estatua de la Libertad.

    Parpadeó varias veces y miró hacia arriba. Unas cintas de cuero ataban su cuerpo al de alguien que le resultaba familiar. Llevaba unas enormes alas que parecían de dragón, pero eran mecánicas. Una coraza protegía su cuerpo, dejando su cara al descubierto. Helen sonrió al ver el contraste del rosa frente al cielo negro.

    Dieron un par de vueltas alrededor de la estatua mientras se acercaban a la antorcha y sintió cómo la depositaban en el suelo, tumbada justo al lado del fuego. Sentir su calor la hizo sentir más viva que nunca. Le pareció oír ruidos de fondo, como si hubiera más gente, pero Helen solo la veía a ella.

    La chica soltó el arnés con el que la sujetaba y se agachó junto a su cabeza.

    —¿Brooklyn? —murmuró Helen, que veía su cara doble.

    Ella sonrió dos veces.

    —Mejor llámame Bianca.

    Le dio un beso en la frente, se levantó y extendió de nuevo sus alas, lanzándose al vacío. En cuestión de segundos, desapareció en la oscuridad de la noche.
  • Nayeli Cortéshas quoted2 years ago
    La Piedra Lunar, que te fue requisada anoche cuando aterrizaste en la antorcha, permanecerá en Elmoon bajo la custodia de La Guardia.

    Aquello pareció, por fin, llamar la atención de la chica. Miró a Fiona Fortuna, como si le estuviera hablando en otro idioma y no entendiese nada de lo que había dicho. Después a Félix, a Benjamin y, por último, a James. El pecho le subía y bajaba con intensidad, cada vez más, como si estuviera a punto de soltar una pataleta por su expulsión.

    James la miró a los ojos. Parecían estar en llamas. Lo último que pudo ver en su expresión fue una media sonrisa antes de que, frente a toda La Guardia, se transformara en el dragón dorado y saliese de ahí volando, reventando los cristales de la Sala de la Corona a su paso y desapareciendo en el cielo de Nueva York.
  • Nayeli Cortéshas quoted2 years ago
    Helen se concentró en su aroma y enseguida lo reconoció. Dejó que aquella persona se acercara hasta donde ella estaba, escuchando atenta sus pasos a través de la cueva.

    Cuando la chica de pelo rosa apareció frente a ella, Helen la recibió en su forma humana.
  • Nayeli Cortéshas quoted2 years ago
    —Qué graciosita eres —le dijo en cuanto tocó tierra y volvió a su forma humana—. ¿Te lo estás pasando bien?

    —Oh, súper bien. Y lo mejor está por llegar. —Bianca le guiñó un ojo mientras apagaba el motor de la moto
  • Nayeli Cortéshas quoted2 years ago
    —Feliz noche de bodas, cariño —dijo Bianca, lanzándose sobre la cama. Los pétalos de rosa que habían esparcido por la colcha salieron volando en todas las direcciones.

    —No sé qué es peor —dijo Helen—, que esto lo hayas planeado o que haya sido completamente improvisado.

    Bianca soltó una carcajada, revolcándose en la cama corazón.

    —Me guardaré el secreto hasta la tumba.
  • Nayeli Cortéshas quoted2 years ago
    Helen seguía con la boca abierta, mirando a su alrededor, escudriñando cada detalle del salón.

    —Disimula un poco —le susurró Bianca, divertida.

    —Es que no puedo, Bianca. Esto parece un museo.
  • Nayeli Cortéshas quoted2 years ago
    —Pasa tú primero —le dijo Helen a Bianca, haciéndose a un lado.

    Ella sonrió con picardía.

    —¿Te da miedo que salte la alarma y todo el mundo te mire?

    Helen le sacó la lengua mientras Bianca empujaba la puerta.
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