Las economistas radicales J. K. Gibson-Graham (dos mujeres que escriben bajo un solo nombre) conciben nuestra sociedad como un iceberg, donde por encima del agua solo resultan visibles las prácticas capitalistas de competitividad, mientras, por debajo, hay una enorme masa sumergida: las relaciones de apoyo y cooperación entre familiares, amigos, vecinos, iglesias, cooperativas, voluntarios y organizaciones basadas en el trabajo de estos, desde ligas de sóftbol a sindicatos de trabajadores, además de multitud de actividades que intercambian bienes y servicios fuera del mercado, tejiendo toda una red de proyectos no comerciales.