Anna Romeu

Porque tu cerebro amplifica las maravillas del mundo que nos rodea, pero hace lo mismo con el malestar personal y las cuestiones físicas. La falta de sueño, por ejemplo, intensifica el malestar y la irritabilidad hasta el punto de que dejamos de funcionar con normalidad. Una mala alimentación o la falta de ejercicio físico te llevarán a sentirte horriblemente incómodo con tu cuerpo, y acabará afectándote al estado de ánimo y a las relaciones sociales y afectivas.

trabajo que tenga demasiada estimulación ambiental puede ser un factor de estrés añadido para ti y, aunque quizá no haga falta que busques otro, es conveniente mejorar las condiciones ambientales

Otra área digna de estudio es la de la relación entre la alta sensibilidad y las enfermedades autoinmunes. Se ha observado que, entre las personas con alta sensibilidad, también hay una altísima incidencia de enfermedades autoinmunes, como la diabetes, la esclerosis múltiple, la fibromialgia o el cansancio crónico.

Es preciso hallar el punto de conexión fisiológico, se necesitan más estudios al respecto, pero es bastante probable que la gran actividad de los neurotransmisores de las personas con alta sensibilidad y la activación constante que esto representa para su cerebro sean la causa de que el cuerpo se resienta y muestre resistencia a esta hiperactivación.

La falta de sueño y el estado de hiperalerta duraderos son los que definen el segundo estado de los que nos ocupan: el del estrés general. Este conjunto de condiciones puede desencadenar una disminución de los niveles de serotonina en el cerebro, con lo cual aumenta la probabilidad de caer en una depresión clínica

Después de todo lo que he explicado es fácil entender que las personas altamente sensibles sean muy susceptibles de caer en estos patrones y entrar en estados de estrés crónico, de los que no es fácil salir.
Es muy elevada la incidencia de PAS que llegan a las consultas de los profesionales –ya sean psiquiatras, psicólogos o coaches– en unos momentos de alta manifestación ansiosa a causa de vivencias estresantes y situaciones presentes que les provocan malestar.

Vivir la realidad de una forma tan intensa magnifica la percepción de amenaza que se envía al cerebro y es más fácil caer en estados de ansiedad o tendentes a la depresión.

aguantar en un sitio en el que no quieres estar.
No decir siempre que sí a todo lo que te interese (ya sabemos que eres altamente sensible y que, por defecto, todo te llama la atención) y reflexionar antes de aceptar propuestas. Aprende a decir: «Me gusta la idea, pero dame un poco de tiempo para pensarlo».
Buscar espacios de descanso para estar en soledad y recargar las pilas rebajando al mínimo posible la exposición a los estímulos.
Cuidar la alimentación, el estado físico y la salud.
Crearte una rutina que te dé seguridad y bienestar.
Trabajar las relaciones sociales.

Aprender a salir de las situaciones que te generen estrés, no

La próxima vez que te enfades párate un momento y di en voz alta: «Estoy enfadado». Ya verás que lo que sucede a continuación es diferente de si no tomas conciencia o no expresas en voz alta lo que sientes.