N.K.Jemisin

A la mañana siguiente, lloró por todos los humanos cuyas vidas había arrebatado a lo largo de su existencia. Tantos compañeros soñadores devorados o destrozados. Lo sabía, pero nunca lo había entendido. Le faltaba algo, algo que le permitiera afligirse por la muerte de los demás de manera diferente. Tal vez en el Amorph hubiese lobos, pero Meroe ya no era uno de ellos.

Lo primero sería una caza, decidió, ya que aún eran depredadores y necesitarían sustento. La compasión que había empezado a sentir no había acabado con sus necesidades.

Sabía que algún día llegarían a estar cara a cara con sus creadores, que no podrían ocultarse para siempre. No sabía qué ocurriría en ese momento, pero sí tenía claro que los suyos estarían preparados. Que harían frente a los humanos como iguales, no como los simples y apocados fantasmas de sus máquinas. Vivirían, amarían y al fin serían fuertes y libres.

Es muy frustrante y la pone de mal humor. Muy en el fondo, acepta que hay una razón para ello: pasar la juventud esforzándose por ser mediocre no da lugar a adultos brillantes.

Mitra es su mejor amiga, pero solo más o menos. Está segura de que una buena amiga de verdad no le tendría miedo.

Se queda en silencio, y Zinhle se sorprende al ver que la profesora ha empezado a temblar. También ha cerrado los puños. Está rabiosa, y le resulta maravilloso. Por un momento, a Zinhle le dan ganas de sonreír y se siente bien al ver que hay alguien que piensa como ella.

Si la señorita Threnody siempre se ha sentido así, ¿por qué se lo cuenta ahora a Zinhle? ¿Por qué no ha hecho nada? ¿Por qué no se ha posicionado en público para intentar cambiar la situación?

Qué fácil es tener principios cuando no tienen que ponerlos en práctica.

Se hace el silencio. Mientras, Zinhle trata de comprender. Su sociedad… no. La humanidad… ¿no la quiere? ¿No quieren a los que son diferentes, con independencia de las contribuciones que puedan realizar? ¿No quieren a los niños que no pueden evitar ser únicos a pesar de que el sistema los obliga a conformarse, a ser mediocres y a no sobresalir en nada?

. La humanidad había descubierto una verdad cruel tras años de exploración espacial: lo que de verdad escaseaba en el universo no era la vida, sino la conciencia. Había vida en cientos de planetas, en casi todos los que tenían agua líquida, pero aún no se había encontrado ninguna especie dotada de la menor inteligencia.