Anne le pidió que no se moviera y entonces él se la metió en la boca, tan profundo que vinieron las arcadas. Ella, mientras tanto, le acariciaba el pelo, le susurraba palabras de aliento. Después de un rato Stefan se apartó, se colocó un preservativo y la penetró. El dolor la desgarraba, pero Cecilia no era virgen, hacía un año que no era virgen. ¿Había sido, también, de esta manera? Entre dos no sería lo mismo, pero imaginarlos sin su doble no le resultaba.