Apuestas radicales e imaginativas como estas demuestran que el espíritu combativo del cine resiste todas las modas y transformaciones tecnológicas, y las seguirá resistiendo, pequeña luminaria frente a la gran luz del mercado cultural. Lejos de los hipnóticos fuegos de artificio de la industria, sigue habiendo lugar para aquellos que escapan de la lógica dominante y se rebelan contra cualquier intento de domesticación para reclamar su libertad, produciendo, contra viento y marea, ideas subversivas y transformadoras, destellos de luz más propicia. Películas-luciérnaga, usando el término de Georges Didi-Huberman, que nos obligan a renegociar las condiciones de nuestro propio «principio esperanza».