que había hecho durante los seis meses que siguieron a su estadía en la villa Herwig, adonde nunca regresó.
La fama lo acompañó hasta su muerte, a causa de un último ataque de tuberculosis que lo fulminó en Viena, a los setenta y tres años, en enero de 1961.
Su ecuación permanece como una piedra angular de la física moderna, aunque en cien años nadie ha podido desentrañar el misterio de la función de onda.
Heisenberg fue nombrado profesor en la Universidad de Leipzig a los veinticinco, el más joven en la historia de Alemania. En 1932, recibió el Premio Nobel por la creación de la mecánica cuántica, y en 1939 el gobierno nazi le ordenó investigar la factibilidad de construir una bomba nuclear; luego de dos años, concluyó que un arma de ese tipo estaba más allá del alcance de Alemania –o de cualquiera de sus enemigos–, al menos durante la guerra, y apenas pudo creer las noticias de su estallido sobre el cielo de Hiroshima.
Heisenberg continuó desarrollando ideas provocadoras durante el resto de su vida, y es considerado uno de los físicos más importantes del siglo XX.
Su principio de incertidumbre ha soportado todas las pruebas a las que ha sido sometido.