–¿Y entonces sabré que eres, efectivamente, mi pasado? –le pregunto con mal disimulada sorna, sin poder evitar sentir lástima por su convicción y pensando, a la vez, en mi presente, sin dejar por eso de avizorar el futuro. El sonido de muchas campanas.
–Entonces lo sabrás –contesta en sueños, sin parpadear.