Primero ese Florian traicionero por el que se dejó engatusar, después el mal trago cuando llegó la carta del Departamento de Sanidad, posteriormente la llamada a Brenner hecha una furia —de la que ahora se avergonzaba—, o el alivio al oír que al final se había solucionado todo ese asunto. La ira provocada porque Florian hubiera intentado vengarse de una manera tan vil, la llamada nerviosa a Leonie para contarle la última atrocidad del «tío del lápiz» o aquella felicidad que había sentido mientras Anthony leía el artículo.