Un duelo con el lord de los Vampiros

Tenemos un juramento de sangre, eres mi elegida, la mujer a la que he vinculado mi vida, la razón por la que respiro. Ningún maleficio, ni siquiera la muerte, me separará de ti.

Lloro por todo lo que podría haber sido. Por una vida que podría haber tenido y que terminó antes de empezar siquiera.

Jamás lo había visto tan en paz. Mis dedos se despliegan por la barrera entre nosotros. Quiero verlo así de pacífico una y otra vez. Quiero darle un mundo en el que esta sea su realidad, por dentro y por fuera. Un mundo en el que pueda conocerlo como debería ser.

Me besa por mí y yo lo beso por él. Lo beso porque lo deseo. Porque yo también me estoy enamorando de él.

En aquellas primeras noches, los dos nos miramos el uno al otro y vimos a un monstruo. En ciertos aspectos, teníamos razón. En muchos otros, estábamos muy equivocados.

—Entonces, ella me forzó a descubrir que mis presas no eran monstruos. Que ella no era un monstruo, sino una mujer de carne y hueso, y de calor. Una mujer que sabe a fuego y a canela. Cuya sangre susurra sobre un gran propósito. —Ruvan me atrae un poco más hacia él—. Una mujer a quien llegué a conocer lo suficiente como para que el amor arraigara en mi interior.

No necesito magia para ver a una mujer en el proceso de descubrir lo que quiere. Veo a una mujer cuyo mundo es muchísimo más de lo que ella creía que era, y eso amenaza su estructura rígida. Y, a medida que esa estructura continúa desmoronándose, tendrá que hacer cada vez más y más elecciones personales por primera vez en su vida acerca de lo que quiere y quién quiere ser.

Me dormí en un tiempo diferente, soñando con un futuro. Desperté descorazonado y triste. Pero el futuro que me atrevía a desear eres tú —murmura. La punta de su nariz toca la mía. Sus ojos están en llamas, como si tratase de derribarme solo con la mirada—. Dime lo que quieres, Floriane. Siento haberte quitado la elección una vez; no volveré a hacerlo nunca, lo juro. Dilo y desapareceré de tu vida; dilo y seré tuyo. ¿Me eliges a mí?

En contra de todo pronóstico, a pesar de mis deseos y miedos y cada ápice de sentido común, a pesar de saber que no te merezco después de todo lo que os he hecho a ti y a tus seres queridos, temo que pueda estar enamorándome de ti.

Amor.

Cómo quería ser amada. He pasado años imaginando este momento. El momento en que un hombre me estrechaba entre sus brazos y decía quererme y desearme. No por el prestigio de la doncella de la forja. No por la influencia de mi familia en la Aldea de los Cazadores, no por la seguridad de estar rodeado de plata. Sino por mí.

Por mí.

Y aquí está. Ese sueño realizado. En forma del hombre que me ha quitado y me ha dado todo al mismo tiempo.

aun así… —repite, tan tenue que me pregunto si me lo he imaginado—. Aun así, me encuentro más atrapado por ti a cada día que pasa. Encuentro que es más fácil pelear contra mi educación, ignorarla, o directamente olvidarla. Encuentro que incluso sentirme frustrado por ti es un arbusto espinoso que solo me acerca aún más a ti. —Su brazo se desliza alrededor de mi cintura y tira de mí hacia él. Nuestros cuerpos están pegados del todo. Su pecho se funde con el mío—. Floriane, eres fuego, y caos, y posibilidad infinita. Has traído no solo calor y vida a estos salones, sino también a mis huesos. No quiero seguir adelante sin ti a mi lado, siempre que tú me quieras a tu lado, siempre que tú quieras explorarnos a nosotros.

¿De verdad me creíste? —Levanta la mano despacio y estira el dedo índice. Desliza el nudillo por mi mejilla, la yema del dedo por mi cuello—. ¿En qué momento hemos sido «nada»? Desde el primer instante en que te sentí… tenía que tenerte. Desde ese segundo en adelante, supe que nunca volvería a estar satisfecho hasta que te conociera.

—Hasta que me mataras.

—Hasta que te saboreara. Te hablara. Te tuviera.