Anoche, leyendo a Shakespeare,
alguna de sus tragedias
inundado de sangre hasta los ojos,
anoche, pensando
sobre la convicción que requiere un hombre
para destruir a otro,
casi toda esa gente interrumpida, la lógica teatral
que impone morir y no agonizar en escena.
Porque según los críticos y tal vez el mismo Shakespeare
una especie de código dispone desde la oscuridad,
las cópulas del rey, las travesuras del bufón,
la estocada, el veneno,
traición sobre traición, crimen sobre crimen,
pensando
como ese universo mal ventilado,
ese manicomio enrarecido,
cosas que han venido sucediendo hasta ahora,
pestilentes contradicciones en que confió la belleza
y hasta la perfección del lenguaje
y que pronto serán extrañas.