Trajiste contigo el viento

mi nombre se volvió un susurro hueco, viento que es mal aire y no silba

Como si estuviese en el río, me mecían, pero no sentía el agua. Sólo me mecía una fuerza blanca, unas olas sin mar.

ma te tocaba la piel llagada y sonreía, sonreía porque parecía que debajo de esa piel estabas llena de luz.

¿Recuerdas que un día entramos en el cuarto de mi hermano muerto y sentimos que éramos nosotros los fantasmas?

A veces pienso que no nacimos de un soplo, sino de un rugido.

unas olas sin mar.

El pensamiento te dio frío en los talones y sacudiste los pies para espantar tanta noche.

Y mi nombre se volvió un susurro hueco, viento que es mal aire y no silba.
Todo esto es pasado.

También mató a mis cerdos, a Lupe, Ramón y Eustabio.

Mira a los hombres y a las mujeres creados por el verbo, moldeados con el polvo de estrellas muertas.