Como homenaje a aquella mítica película francesa ambientada en Hiroshima tras la Segunda Guerra Mundial, la llamaba «Fukushima, mon amour» porque el 90 por ciento de sus 10.000 habitantes se ganaba la vida, directamente o indirectamente, gracias a la central nuclear. Pero, por esas crueldades del destino, Fukushima 1 también les había arruinado el porvenir y dejado sin techo