No fue sino hasta 1864, durante la intervención francesa en México, que los científicos europeos tuvieron por primera vez ajolotes vivos en sus manos. AUGUSTE DUMERÍL, un discípulo de CUVIER, fue la persona que recibió el paquete con los ejemplares. Los colocó dentro de acuarios, cuidó de ellos con esmero y consiguió que la mayoría sobrevivieran. No sólo eso, sino que un tiempo después, atestiguó con emoción cómo se reproducían los organismos y realizó el primer reporte íntegro de la reproducción del ajolote