En su libro de 1952 Piel negra, máscaras blancas, Fanon describe la paradoja del hombre negro: ocupar un lugar sin tener ninguno. El hombre negro, dice, crea un vacío a su alrededor. En el tren no le dejan un asiento, sino tres. No es un asiento lo que se le cede, sino un vacío. Lo que se crea en torno a él no es un espacio, sino una distancia. Y esa distancia no es la condición de una interacción: es una barrera invisible pero perceptible, que hace del blanco un ser inaccesible y del negro un intocable.