Extranjero, vagó por la ciudad, en busca de viejos amigos; los supo ocupadísimos con negocios, con grandes empresas, con la carrera política. Le hablaron de cosas serias e importantes, fábricas, vías férreas, hospitales. Alguno lo invitó a comer, alguno se había casado, todos habían tomado caminos distintos y en cuatro años se habían vuelto ya lejanos. Por mucho que lo intentase (aunque quizá ya no era capaz), no conseguía que renacieran las charlas de antaño, las bromas, los modismos. Vagaba por la ciudad en busca de viejos amigos —y habían sido muchos—, pero acababa encontrándose solo en una acera, con muchas horas vacías ante sí antes de que cayera la noche.