Nos encontramos ante un sabroso libro automemorial. El autor describe con delicadeza paisajes del alma y del mundo, a través de pintorescos viajes y entretenidas anécdotas que en algunos casos rayan en lo insólito. A ello agrega situaciones reminiscentes y pensamientos al pasar, de corte político, filosófico, o del diario y accidentado vivir.
También nos traslada a ciertas añoranzas del Santiago antiguo, del campo, de las sensaciones infantiles, de las que vinieron después… a los primeros embates del amor y la ensoñación. Un compendio de experiencias de la vida de Francisco, las cercanías por las que camina la muerte, y el afán de perseguir los sabores que ofrece la eternidad.