Quién soy o cómo soy yo y qué tengo capacidad de hacer: esta es la cruz del yo. La cruz donde tienen que encontrarse talentos y proyectos, identidad y capacidad. Pero las vidas, no los «yoes», son más cercanas a la de Leandro o a la de la voz de Ocampo, que se ahoga. Vamos nadando y solo tenemos algún intervalo para sacar media cabeza del agua. Así es la vida de cada uno, pero también la situación general de la humanidad. No hay proyecto, aunque simulemos uno tras otro.