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Fiódor Dostoievski

Memorias de la casa muerta

En abril de 1849 Fiódor Dostoievski, con otros veintisiete jóvenes, era detenido y acusado de «crímenes contra la seguridad del Estado»; unos meses después, se le sometía a un simulacro de ejecución, y finalmente a una condena de ocho años de trabajos forzados en Siberia. En 1862 aparecería en forma de libro Memorias de la casa muerta, el recuento autobiográfico de sus experiencias en presidio, presentado, bajo una ficticia primera persona, la del «difunto» Alexánder Petróvich Goriánchikov. Este hombre, noble e instruido, que jamás ha trabajado, se encuentra de pronto privado de libertad, obligado a los esfuerzos más penosos, rapado y encadenado, en compañía de montañeses, bandoleros, asesinos, presos políticos y mendigos.

Incluso los condenados a pena perpetua soñaban con algo casi imposible. Fiódor M. Dostoievski
490 printed pages
Original publication
2017
Publication year
2017
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Quotes

  • José Luis Silva Estradahas quoted14 hours ago
    Me vino a la cabeza una vez la idea de que, si se quisiera machacar, aniquilar a un hombre, castigarle al más horrible de los castigos, hasta el punto de hacer temblar al más terrible criminal, hacerle que sintiera miedo de antemano, bastaría con dar al trabajo un carácter completamente inútil y sin sentido.
  • Adal Cortezhas quotedlast year
    Un suboficial con mostacho me abrió por fin la puerta de aquella casa extraña, en la que había de pasar tantos años, experimentar tantas emociones de las que, de no haberlas sufrido en mi propia carne, no habría podido tener siquiera una idea aproximada. Por ejemplo, nunca podría haber imaginado el horror y la tortura que fue para mí el no estar solo ni una sola vez, ni un solo instante, en los diez años de mi condena. En el trabajo, siempre con escolta; en la casa, con doscientos compañeros, y ni una sola vez, ni una sola vez, ¡solo! Además, ¡tuve que acostumbrarme a muchas otras cosas!
  • Adal Cortezhas quotedlast year
    En invierno nos encerraban pronto: había que esperar unas cuatro horas a que todos se durmieran. Hasta entonces, todo era bulla, jaleo, carcajadas, tacos, tufo, mugre, ruidos de cadenas, cabezas rapadas, rostros marcados, ropas harapientas. Sí, denostado, degradado... ¡el hombre sobrevive! El hombre es un ser que se acostumbra a todo; esa es, pienso, su mejor definición.

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