Al escuchar estas reflexiones, recordaba yo, conmovido, el discurso con que nuestro llorado presidente, Alfonso Reyes, tomó aquí mismo posesión de su cargo. Dijo entonces que el lenguaje, la comunicación, es sólo el más históricamente reciente, y de ningún modo el más valioso ni eficaz, de los instrumentos de comunicación de los hombres. Un gesto, una mirada, en efecto convocan o rechazan, crean un amor o desatan un odio. Adán y Eva, ¿necesitaron del lenguaje?
Celestino Gorostiza nos señala, aparte la función limitada del lenguaje hablado o escrito para el teatro, la muy importante circunstancia de que en el teatro las palabras ni siquiera revelan, sino que suelen ocultar, o desmentir, lo que con ellas se dice: el subtexto, que dicen los stanislavskis: la intención, veta oculta, corriente eléctrica de la acción, disfraz o declaración de las emociones.