¡Cómo no, se me ha metido una puta conchita en el zapato! Esas fueron las últimas palabras de mi madre esta mañana antes de dar un portazo e irse al ensayo. Eso pasará a los anales familiares, Swiv, dijo la abuela, apúntalo. Luego chilló: ¡Buena suerte! ¡Pásalo bien! ¡No trabajes demasiado! Dice eso cada vez que alguien sale por la puerta. Dice que donde ella se crio eso es lo más subversivo que podía decirse porque no creían en la suerte, pasarlo bien era pecado y el trabajo era en teoría lo único que debías hacer.