La vida es como un tren que va veloz, tan veloz que no logras verlo con claridad, y cuando entras en razón te das cuenta de que estás metida en ese tren que no se detiene por ningún motivo. Llegas a un punto en que quieres bajarte de ese puto tren y de bajar contigo a unas cuantas personas, pero es imposible. La vida es rápida y no hay tiempo para vivir llorando, haciendo daño, intoxicando a las personas con malos ratos. Solo hay que vivir, y evidentemente en esa ciudad... no estaba viviendo.