Un amor lésbico u homosexual, al igual que el amor al que llamamos heterosexual, puede decirse tal, es decir, amor, solo si es amor por el eteros, es decir, amor heterosexual no en un sentido anatómico, sino en un sentido profundamente ético: amor por una mujer. El amor es siempre heterosexual porque o es amor por el eteros en su alteridad o no es amor. El amor es siempre amor por una mujer porque, en efecto, una mujer encarna de la manera más radical posible la experiencia de la no-homogeneidad, de lo no-idéntico, de la diferencia