En los años ochenta alguien llamó: "¡Ismael!". Era una voz que hablaba con la sabiduría de los barrios y con el vigor de los nuevos narradores. Desde entonces José Libardo Porras siguió nombrando a seres como Ismael, que recorrían las calles de la ciudad en las noches, sin miedo, apenas con el temblor que produce caminar sobre las sombras. Así conocimos a Belén San Bernardo con sus habitantes que miraban a través de las cortinas, pendientes del momento en que los Ismaeles regresaran de sus correrías por la ciudad. Y esa misma fuerza narradora apareció después en los cuentos desesperanzados y bellos que contaban los días de encierro en la cárcel Bellavista. Las mujeres de José Libardo llegaron a sus cuentos desde muy temprano y se acomodaron con sus deseos al lado de bandidos y de perdedores. Todos ellos, personajes de una obra sólida, están ahora en esta selección de cuentos que presenta la Editorial EAFIT en la colección Debajo de las estrellas. Juan Diego Mejía