¿Y es que sino cómo? La casa siempre estaba demasiado limpia, la comida a una hora exacta, la ropa planchada, el baño con cloro, las plantas regadas. Nosotros acostados a las nueve con las tareas revisadas y ella, aún despierta, ordenando sus cosas para volver al trabajo.
Lo descubrí cuando tenía ocho años. Estaba en tercero básico. Supe que mi madre hacía pequeños cambios para equilibrar su desagravio. En su perfección, había detalles que parecían descuidos, pero nunca lo fueron. Era su modo de escapar, de gritar