Cuando, por ejemplo, en una discusión de pareja uno de los integrantes pierde los estribos, se deja llevar por sus impulsos y realiza acciones o usa palabras que lastiman al otro sin detenerse a considerar por un segundo lo que está haciendo, ha sido “secuestrado” por sus emociones —en este caso, la ira—, con lo que elimina toda posibilidad de diálogo o comportamiento racional o civilizado. Muchas personas se quejan de que su pareja tiene a menudo esta actitud y, como dijimos, les resulta algo muy agotador. Desafortunadamente, es difícil que alguien que está bajo secuestro emocional constantemente pueda controlarse, pero sí puede prevenir que ocurra. Antes de que aparezca el secuestro, hay señales de lo que se viene. Esta serie de avisos recibe el nombre de desbordamiento emocional, es decir, cuando el dique empieza a ser rebasado y se manifiesta con características muy perceptibles.