“Viena fue la capital del Imperio austrohúngaro”, escribió Stefan Zweig, “pero es más antigua que Austria, es anterior a la monarquía de los Habsburgo y existía antes de que existiese Alemania. Cuando los romanos —que como fundadores de ciudades demostraron poseer una profunda sensibilidad geográfica— fundaron la ciudad de Vindobona, no existía nada que pudiera llamarse Austria. Tácito y los demás historiadores romanos nunca hablaron de nada austriaco. Viena jamás fue una ciudad alemana”, afirma Zweig, “nuestra ciudad fue la capital de un imperio cuyas fronteras se extendían, por el oriente y el occidente, mucho más allá de Alemania; por el norte hasta Bélgica; por el sur, hasta Florencia y Venecia; incluía también a Bohemia, Hungría y los Balcanes”. Su historia nunca tuvo nada que ver con la historia del pueblo alemán, sino con la dinastía de los Habsburgo.