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Paco Ignacio Taibo Ii

La Vida Misma

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Un escritor cincuentón se convierte de repente en el jefe de la policía municipal de Santa Ana, población del norte de México con ayuntamiento de izquierda, cercado por la ofensiva del PRI. Lo viejo, el crimen de una mujer joven, que puede quedar impune en un lugar plagado de pistoleros y caciques; lo novedoso, un pueblo rebelde, con emisora y jefe de policía independientes, que busca sitio bajo el sol. Con un hilo maestro de suspense y humor, este gran novelista nos enseña algunas claves de la realidad mexicana con no pocas pinceladas de universalidad. En este género, Taibo es en la actualidad uno de los escritores más aplaudidos. La vida misma recibió el Premio Hammett Internacional a la mejor novela policíaca
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148 printed pages
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Quotes

  • martehas quoted3 days ago
    Usted es el escritor, diga algo chingón.
  • martehas quoted3 days ago
    Barrientos, (a) El Ciego, mi subjefe, ex chofer de taxi, maravillosa puntería, futuro bígamo, aficionado a la poesía, toma un taller de literatura con Canales a partir de las 12 de la noche, martes y jueves, en una cantina
  • martehas quoted3 days ago
    Aún era muy temprano y se oía trinar de gorriones y pasos por las calles. Los seis policías y el presidente municipal se quedaron un instante inmóviles y sonrieron. El flash nunca llegó, tan sólo el ¡clic!

    —Otra —ordenó el fotógrafo.

    —Viene —dijo Benjamín Correa.

    Media hora más tarde, en la oficina, José Daniel Fierro descubrió que desde la ventana se podía ver un árbol, como en su ventana en la ciudad de México, no era un laurel, era un ocote, pero era un árbol.

    —¿Tiene pajaritos?

    —¿Quién? —preguntó El Ciego.

    —El árbol de aquí enfrente.

    —Ha de tener, para eso es, ¿no?

    JD se quedó con las ganas de anotar la respuesta de su ayudante.

    Merenciano entró con una vieja tomada de la mano. Era una mujer radiante, muy morena, con dos trenzas anudadas con cintas rojas en un pelo entrecano, vestido de percal azul.

    —Jefe, mi mamá dice que en la carnicería del charro de la CTM están vendiendo carne podrida.

    JD se puso en pie, le dedicó un vistazo furtivo al árbol.

    —¿Quién se encarga de esas cosas en el ayuntamiento?

    —Tenemos un estudiante de veterinaria, aquí a dos puertas.

    —Tráetelo en chinga, subjefe Barrientos.

    —Carajo, cómo hay movimiento por aquí hoy
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