bookmate game
es
Books
Gueorgui Gospodínov

Las tempestálidas

  • Rafael Ramoshas quoted2 years ago
    No hay nada casual a día de hoy en esta avalancha de personas que han perdido la memoria… Están aquí para decirnos algo. Y, créeme, algún día, más pronto que tarde, muchos empezarán por sí solos a descender al pasado, a «perder» la memoria por propia voluntad. Se avecinan tiempos en los que cada vez más personas desearán cobijarse en la cueva del pasado, volver atrás. Y no por buenas razones, precisamente. Debemos tener preparados los refugios antiaéreos del pasado. Llámalos «cronorrefugios», si lo prefieres, o «refugios históricos»
  • Berenicehas quoted6 hours ago
    Me gustaría saberlo todo sobre ese día, un día del otoño de 1939, sentarme en las cocinas del mundo junto a cada persona, asomarme al periódico que tiene abierto mientras se toma el café, leérmelo todo con avidez: desde las tropas reunidas en la frontera germanopolaca hasta los últimos días de las rebajas de verano y el nuevo bar ­Cinzano que abre puertas en el Lower Manhattan. El otoño llama a la puerta, los espacios publicitarios de los periódicos, pagados por adelantado, tienen ahora por vecinos los breves comunicados sobre la última hora en Europa.
  • Berenicehas quoted6 hours ago
    Dar con el rastro de Gaustín, que cambia de una década a otra igual que nosotros cambiamos de vuelo en el aeropuerto, es una oportunidad que se presenta una vez cada cien años.
  • Berenicehas quoted6 hours ago
    En algún momento en torno a diciembre de 1910 cambió el carácter humano. Lo dice Virginia Woolf.
  • Berenicehas quoted6 hours ago
    la fecha exacta del inicio de los tiempos: el 22 de octubre del 4004 a. de C. Y cayó en sábado, por si había dudas. Algunas fuentes aseguran que Usher señaló también la hora: a eso de las seis de la tarde. ¿Sábado por la tarde? Por mi parte, lo compro totalmente. En qué otro momento de la semana, aburrido de la vida, iba a ponerse el Creador a engendrar el universo. Y a procurarse, de paso, algo de compañía.
  • Lázaro Rangelhas quoted20 hours ago
    Las exclusivas han perdido toda exclusividad. El papel de las revistas se ha vuelto amarillento, un leve olor a humedad se desprende de las otrora lustrosas páginas. ¿Y qué hay de los anuncios publicitarios? Los mismos que entonces hacíamos por ignorar con desdén adquieren hoy un valor nuevo. De repente, los anuncios se han convertido en las verdaderas noticias de aquel tiempo, en la entrada a aquel tiempo, son la memoria de lo cotidiano, que es la primera en estropearse, en cubrirse con una costra de moho. Como es lógico, los objetos que se publicitaban ya no existen, lo que no hace sino incrementar su valor. Huellas de un mundo desaparecido, un mundo que se divirtió, condujo sus Pontiac, vistió pantalones blancos y sombreros de ala ancha, bebió Cinzano, se paseó por Saint-Tropez. El mismo mundo que treinta años antes, en 1939, hizo cola para aprovechar los descuentos especiales en los receptores de radio, «para que usted pueda seguir en vivo la inminente guerra», como si aquello fuera un partido de béisbol…
  • Lázaro Rangelhas quoted20 hours ago
    ¿Tendría alguna idea la revista Time de las angustias de mi padre y de mi nacimiento (ocurrido por el camino, en el mismo jeep de la cooperativa rural) cuando escribió sobre las razones para la esperanza en Praga y el déficit de coches particulares en Bulgaria? ¿Tendría alguna idea mi padre de la revista Time? Lo dudo. Y, sin embargo, todo está relacionado. El jeep. El Pontiac. Dubček.
  • Lázaro Rangelhas quoted21 hours ago
    Las noches de Cabiria
  • Lázaro Rangelhas quoted21 hours ago
    ¿Ha de despertarse el miedo, el recuerdo del miedo? La clásica terapia de reminiscencia insistía en los ­recuerdos positivos. No obstante, para Gaustín, todo recuerdo adormecido que despertara era de suma importancia. El miedo puede ser uno de los más poderosos desencadenantes de la memoria, de modo que era preciso hacer uso de él. Por supuesto, los viajes al sótano eran raros, pero siempre daban resultado. Con los pelos de punta y conmocionados, así es como subían todos del refugio antiaéreo, asustados y vivos.
  • Lázaro Rangelhas quoted21 hours ago
    Así es como la Segunda Guerra ­Mundial acabó reclamando la planta baja. Lo que resultó ser una decisión acertada. En primer lugar, porque ahorraba a los mayores el trámite de subir escaleras. En segundo, porque el sótano podía usarse como refugio antiaéreo, lo que hacía que la recreación de la década ganara mucho en autenticidad. De hecho, la mayor parte de la gente conservaba los recuerdos asociados a los bombardeos y los refugios.
fb2epub
Drag & drop your files (not more than 5 at once)