De la extensa y valiosa obra de la doctora Rivera Garza, me referiré solamente a ese espléndido conjunto de publicaciones conformado por La Castañeda. Narrativas dolientes desde el Manicomio General. México, 1910-1930, título que contiene tres profundos ensayos en los que la autora hace un detallado recuento y análisis de la respuesta de la sociedad mexicana, en el periodo previo y posterior a la Revolución, a un problema social de gran magnitud: la enfermedad mental. Ese conjunto incluye, además, la novela Nadie me verá llorar, que se inicia con la siguiente frase: “¿Cómo se convierte uno en un fotógrafo de locos?”, y sobre la que Carlos Fuentes comentó: “Estamos ante una de las obras de ficción más notables de la literatura no sólo mexicana, sino en castellano, de esta vuelta de siglo”.1