Elegía Para Un Americano

Todo sucede al unísono. No puede durar, me digo, esta sensación no puede durar, pero no importa. La estoy viviendo ahora.

E incluso con la compasión que ello despertaba. Ah, sí, me he deleitado con la triste y lúgubre invisibilidad de mi condición social, sí, eso es, lo que yo denomino el efecto don Nadie. Casi nadie te mira —dijo Burton— Hordas de gente ciega y sorda llevando bolsas de la compra, maletines y mochilas pasan junto a ti, amigo mío, y tú ya formas parte del grupo de los invisibles, los desconocidos, los insignificantes y los olvidados.

Contar algo siempre une una cosa con otra. Queremos tener un mundo coherente, no una mezcla de fragmentos aquí y allá.

Si algo había cambiado era que mi sobrina comprendió que podía sobrevivir a la fuerza de sus propias emociones. Y su madre también.

comprendí que, bajo la persona que creía ser, había otra que vagaba por un mundo paralelo, un mundo del que Miranda me había hablado, por unas calles y entré unos edificios que no reconocía.

A menudo he pensado que ninguno de nosotros somos quienes creemos ser, que cada cual concilia la terrible extrañeza que nos produce nuestra vida interior con todo tipo de mentiras que puedan convenirnos.

Se dedica a estudiar la locura porque piensa que la psiquiatría es un elemento de control —dijo, negando con la cabeza—. Que la locura es una forma de ser creativa que aplastan en los hospitales y clínicas

De todas formas, el mundo se está haciendo virtual. La realidad ya no existe. Todo es un simulacro,

El trauma no es parte de una vivencia; está fuera de toda vivencia. Es aquello que nos resistimos a que forme parte de nuestras vivencias.