Si creemos a Leibniz, cada alma es una mónada, cerrada en sí misma, sin puertas ni ventanas. Pero la esperanza consiste en que en cualquier momento una de esas almas se revele milagrosamente, y los demás no solo la puedan ver sino que también sean iluminados por ella. Una vez que penetramos en la interioridad de estos personajes, la clase ya no pudo tachar sus casos como vidas insuficientes.