Es una novela que describe un cuadro desolador de la mujer que sufre violencia debiendo soportarla, hallando justificaciones en los hijos, en eufemismos que disfrazan el rostro del perverso, en lo consuetudinario de una sociedad que obliga a muchas mujeres a convertirse en silentes mártires, describiendo todo el proceso que se traduce en un calvario que tiene su primera expresión de hartazgo en la denuncia policial, que inmediatamente se convierte en otro trance espinoso, humillante y las más de las veces, inconducente.