Lo que sabe la señorita Kim

Lo único que puedo hacer es mirar por la ventana y plantearme preguntas sobre el tiempo que me queda y sobre si algún día no me arrepentiré de haber dejado que transcurrieran tantas horas sin hacer nada.

Pienso que una no llora porque esté triste, sino que se siente triste cuando llora. Las ramas secas al otro lado de la ventana de la cocina tiemblan de forma sutil mecidas por el viento.

El aroma del verano. El olor de las axilas de mi madre, del arroz, de algo quemándose. Mi madre, mis hermanitos y mis hermanas vistas de atrás.

Cuando al fin sostuve entre las manos el carnet de identidad con mi nuevo nombre, corrí a enseñárselo a mi hermana mayor, quien aún más emocionada y con lágrimas en los ojos me dijo que para ella siempre había sido Dongju.

era un nombre inusual entre las niñas de mi generación

Al final, cuando falleció, una vez acabaron el velatorio y el entierro, lo primero que hice fue ir al Registro Civil y solicitar el cambio de nombre.

Antaño se vanagloriaba de que tenía el cutis de seda gracias a los vahos que se daba a diario en la cocina, junto a las ollas con caldo de ternera hirviendo

Tras esta recomendación, metió las gotas en una bolsa de papel junto con las indicaciones farmacológicas y dobló una esquina en forma de triángulo. Me encanta cuando los boticarios hacen eso.

Pensé que así era mejor. Me alivió que no se hubiera metido en algo turbio para calmar la soledad y el tedio que sentía tras la independización de sus hijos y el traspaso del restaurante. Hubiera sido un enorme problema si, por llenar esa sensación de vacío, hubiese recurrido a una secta o a una estafa piramidal. Por eso no le di más importancia a que hubiese elegido ir a la iglesia, estudiara la Biblia y pudiera leer sin inconvenientes las diminutas letras de ese libro.

De jovencita trabajó para mantener a sus hermanos menores porque nuestros padres eran tremendamente pobres; de casada, para criar y dar una buena educación a sus cinco hijos, ante la incompetencia de su marido. Su historia, en realidad, es del montón, no es extraordinaria. Y la primera imagen que se me dibuja en la mente cuando pienso en ella es la de una mujer trabajadora, tosca e incansable.