Esta no va a ser mi opinión más popular, pero me parece elegante el dinero en efectivo. No es higiénico, favorece la economía sumergida y los trapicheos, está demodé, pero no puedo evitarlo. Me fascina el diseño de los billetes, su tacto cuando ya llevan tiempo dando vueltas, su poder alegórico: a cambio de un papel obtengo un deseo.