El silencio respetuoso y receptivo es también la mejor actitud ante las ocultas muertas. Del mismo modo que se guardan minutos de silencio por las víctimas de tragedias, no estaría mal recordar en silencio a tantas mujeres ocultas que dieron lo mejor de sí mismas sin ser nunca reconocidas. Y a veces, hasta muriendo a causa de esa actividad que, por otro lado, tantos defienden como inevitable o imprescindible. Pero para que ese silencio realmente las ayude, hay que convertir el propio corazón en un templo de paz para ellas, un lugar que las acoja y donde se les permita descansar. Paz para ellas, ese es mi deseo. Paz y el reconocimiento de su dignidad.