Lichtenberg lo dice mejor: “He puesto por escrito un buen número de pensamientos breves y esbozos que, por ahora, aguardan no tanto una última mano como unos rayos de sol que los hagan germinar”. El agente de germinación es, cómo no, el oficio literario, la artesanía de escritura, pero también la atención sensible del escritor que antes que nada es lector