Otro reproche especialmente grave al espíritu de la Ilustración es el de haber generado, aunque involuntariamente, los totalitarismos del siglo XX, con su rastro de exterminios, encarcelamientos y sufrimientos infligidos a millones de personas. En este caso el argumento se formula más o menos en los siguientes términos: al rechazar a Dios, los hombres eligen por sí mismos los criterios de bien y de mal. Ebrios de su capacidad de entender el mundo, pretenden remodelarlo para que se adecúe a su ideal. Al hacerlo, no dudan en eliminar o reducir a la esclavitud a partes importantes de la población mundial. Quienes más críticas vertieron sobre la Ilustración por las fechorías de los totalitarismos fueron algunos autores cristianos, aunque de