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Mohamed Mbougar Sarr

La más recóndita memoria de los hombres

  • Adal Cortezhas quoted3 years ago
    El azar no es más que un destino que ignoramos, un destino escrito con tinta invisible.
  • oropezavivianahas quoted3 days ago
    ese momento terrible, en mitad del camino, en plena noche, en que retumba una voz y te alcanza como un rayo; y la voz te revela, o te recuerda, que la voluntad no basta, que el talento no basta, que la ambición no basta, que tener una buena pluma no basta, que haber leído mucho no basta, que ser famoso no basta, que tener una vasta cultura no basta, que ser sensato no basta, que el compromiso no basta, que la paciencia no basta, que emborracharse de pura vida no basta, que apartarse de la vida no basta, que creer en tus sueños no basta, que descomponer la realidad no basta, que la inteligencia no basta, que emocionarse no basta, que la estrategia no basta, que la comunicación no basta, que ni siquiera basta con tener cosas que decir, igual que tampoco basta el trabajo apasionado; y la voz dice además que todo esto puede ser, y a menudo es, una condición, una ventaja, un atributo, una fuerza, sí, pero la voz añade enseguida que, en esencia, ninguna de estas cualidades basta nunca cuando se trata de literatura, ya que escribir exige siempre otra cosa, otra cosa, otra cosa.
  • Berenicehas quoted4 months ago
    la alternativa ante la que vacila el corazón de toda persona obsesionada con la literatura: escribir, no escribir.
  • Berenicehas quoted4 months ago
    murmurará los términos de la terrible alternativa existencial que fue el dilema de su vida; la alternativa ante la que vacila el corazón de toda persona obsesionada con la literatura: escribir, no escribir.
  • Berenicehas quoted4 months ago
    La literatura es un féretro sospechoso, negro y brillante, pero es posible que no tenga dentro ningún cadáver.
  • Berenicehas quoted4 months ago
    Tal vez no había nada que encontrar en la literatura. La literatura es un féretro sospechoso, negro y brillante, pero es posible que no tenga dentro ningún cadáver.
  • Berenicehas quoted4 months ago
    Evidentemente, nadie volvió a olvidarse ni una sola página ni ningún libro fuera. Tampoco le preguntamos nunca el origen de aquel odio a los libros. Sabíamos que tenía que ver con su largo viaje de cincuenta años donde los blancos.
  • Berenicehas quoted4 months ago
    Después de desgarrar la última página se quedó con la cabeza gacha unos segundos. Respiraba ruidosamente, como después de un esfuerzo importante. Luego levantó la cabeza y nos vio, y vimos que lloraba. Sin decir nada, con expresión deformada por la rabia o el sufrimiento, se metió de nuevo en su habitación a paso lento, sosteniéndole apenas sus piernas. Cerró la puerta y no salió en casi dos días. Y como había prohibido a cualquiera acercarse a su habitación cuando estaba con la puerta cerrada, no fuimos a verlo, ni para llevarle comida.
  • Berenicehas quoted4 months ago
    libros. Destruyó el primero, luego cogió el segundo. Le deparaba la misma suerte. Los trozos de papel caían por el suelo como hojas de árbol. Formaron una alfombra de manchas blancas a los pies de Madag. Temblaba, pero sus gestos no perdían ni precisión ni violencia. Aquello duró una hora, por lo menos.
  • Berenicehas quoted4 months ago
    Antes de que me diese tiempo a reaccionar, cogió uno de los libros con una mano. Con la otra se sacó un cuchillito que siempre llevaba en el cinto. Lo usaba para reparar las redes de pesca. De modo que sacó el cuchillo y rajó el libro que sostenía. Podría haberlo hecho con las manos, pero usó el cuchillo. Apuñaló el libro, le dio de tajos. Las páginas y la cubierta. Lo hizo con lentitud, sin prisas. Pero cada uno de sus gestos transmitía una ferocidad absoluta. Y lo que volvía espantosa aquella escena es que callaba. Lo destruyó todo en un profundo silencio. Solo se oía el desgarrarse de las hojas. Enseguida se llenó el patio. Los niños salieron, Coura y Ngoné salieron. Pero nadie se atrevió a intervenir. Estábamos todas paralizadas. No podíamos hacer otra cosa que mirarlo. Era la primera vez que lo veíamos así. Él no nos veía. Sus ojos inyectados en sangre no veían más que los li
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