En el antiguo ritual para la ordenación sacerdotal había una sentencia inquietante: Sat periculosum est hoc (harto peligroso es esto que hoy iniciáis). ¿Hemos injertado estas ideas en nuestras vidas? Para nosotros es claro: tener que relacionarnos con Dios directamente cada día, tener esta relación como profesional con él, puede ser peligroso, porque puede significar que la cercanía de Dios acabe por parecernos trivialidad.