Porque no es para decirte nada, ni para saber si estás en el mismo sillón de siempre, en la ruta o a la vuelta de mi casa. Es lo contrario a la necesidad de hacer contacto, es la ultra necesidad de hacer contacto, que me guardo, me abstengo, lloro o bailo, me hago la fuerte, me desarmo en una milésima de segundo. ¿Cuántas cosas tenés que no conozco? ¿Cuánto nos creció el pelo? Quiero saber que te sentís igual de triste que yo, pero estamos en otro lugar de la ciudad, del universo. El cuerpo no resiste la velocidad de los acontecimientos.