Yukiko Motoya

Varios coches vacíos estaban detenidos en la carretera

Entré con cautela y vi la mesa puesta, ya con una ligera capa de polvo

En el suelo había una escopeta abierta y cargada con cartuchos

Hace tiempo le pedí una cosa a Papá Noel, que al despertarme por la mañana no hubiera en el mundo nadie más que yo

Bajé la escopeta y grité desde la ventana: «¡Perdón, solo había querido ver otros colores!».

Una noche en que nevaba intensamente, me dormí ente los perros.

Habían empezado a brotar de mi piel unos pelos blancos.

omoko se volvió hacia los niños, que estaban sentados a la mesa de la cocina, como pidiéndoles ayuda

Tomoko se volvió hacia los niños, que estaban sentados a la mesa de la cocina, como pidiéndoles ayuda. Neón y Río

Aunque ni a su marido se la había confesado, tan solo se sentía segura de verdad cuando aspiraba el olor del cabello de su hijo mayor y cuando cogía un dedo del menor como si fuese un amuleto.

Por eso, cuando ella cerraba con llave la puerta del cuarto de los niños, podía liberarse de la inquietud indefinida que la embargaba.

Mientras se quitaba el delantal manchado de harina, se dijo que sería mejor olvidar la naturaleza salvaje